Ministry, la banda liderada por Al Jourgensen en el marco de su gira sudamericana paso por Vorterix y dió cátedra.

Trent Reznor quizás estaría todavía tratando de superar el aislamiento que sufría de niño; Marylin Manson sería un transformista famoso y los Rammstein podrían no haber sido mundialmente conocidos, si no fuese porque Al Jourgensen decidió alejarse del synth pop y la new wave para meterle más guitarras rabiosas, metal y vestigios punk a la pista.

sistiLa banda pionera del metal industrial, con uno de los front man más carismáticos del género, tuvo que superar algunas cosas antes de pasar por Argentina: un abrupto final en el 2008, un dedo menos del pie de Jourgensen, la muerte del bajista Paul Raven , adicciones y salir de ellas, esos fueron algunos de los factores desfavorecedores para quienes pensaban que alguna vez podrían ver a la banda del tío Al por estos lados . Por suerte para ellos, la salida del disco “ From Beer to Eternity ” sumado un estado de salud en vías de mejora, trazó el camino con el que la banda pudo regresar a los escenarios y salir a tocar.

En esta ocasión la gira los llevo por Chile, Brasil y Buenos Aires. Vorterix estaba lleno, pero cómodo. El teatro recibió a los que llevan esta banda hace más de una veintena de años, nada de babyfaces, muchos de los que esperaron con paciencia fueron gratificados con la imponente presencia de Ministry.

Todavía no se habían marcado las 21 y cada uno de los músicos fue subiendo al escenario cubiertos por luces en rojo que se mantendrían así durante la hora y media de show para resaltar el lado agresivo estético del show. En el medio del escenario se veía el micrófono, ese que los fans podían recordar por fotos y videos, que ha ido mutando con los años y supo ser la cabeza de un toro, un ¿alce? Y ahora es una especie de murciélago diabólico.

“Lets do this shit”, se escuchó la voz del cantante mientras el coro del público era al unísono: ¡Ministry, Ministry, Ministry! Y ¡Al fucking Jourgensen! Mientras sonaba Hail to His Majesty, así comenzó la noche luego Punch in the Face del disco From Beer to Eternity, fue eso, una piña que todos tuvieron el gusto de recibir.

Mientras los músicos John Bechdel; Sin Quirin; Aaron Rossi y Casey Orr se encontraban aferrados a su lugar en el escenario, Al caminaba un poco, por momentos se paró al lado de Quirin, luego provocaba empatía con el público, se dirigió a la gente: “Los muy necesito” dijo y sonó Fairly Unbalanced. Uno de los momentos álgidos estuvo de la mano de Rio Grande Blood y un merecido cantico de Feliz Cumpleaños para Casey Orr. Las visuales y las pistas por momento coordinadas, cumplen un lugar fundamental en el show. Desde la presencia de Jourgensen en una pantalla, pasando por los videos de las canciones, Bush, Chavez e imágenes que representaban canción por canción, mientras en “No W” Al hace una buena crítica respecto a la gestión de ex presidente Bush y no faltó en el setlist.

Para la llegada de Life Is Good se notaba un dejo de cansancio por parte del cantante, los 57 años no vinieron solos, el recital que dieron no tuvo mucho lugar a huecos ni a respiros. Just One Fix y Thieves fueron las últimas dos canciones cuando pasó un poco más de una hora para que hagan una previa retirada. Al regreso con los bises, Jourgensen bajo del escenario y se acercó el público y se despacharon con una So What prolongada que le dio el tiempo suficiente al artista para saludar a los fans que se encontraban más cerca, con Khyber Pass dieron el pase final. De esta manera cerraron una noche, como mínimo inolvidable y de culto para los que saben que fue esta vez y quién sabe si se repetirá.

Escrito por: Gala Claro | Fotos: Beto Bocchia